Quien diga que nunca se ha visto en una situación comprometida mientras bailaba, miente. Todos hemos pasado ese mal trago alguna vez y si eres de los afortunados a los que todos los sociales o clases de baile le han resultado fantásticos, te animamos, porque tu momento de “gloria” estará al caer 😂. Desde casa reduces las posibilidades pero algo caerá.
Dicho esto vamos a quitarle hierro a estas situaciones que tan avergonzados nos han hecho sentir, entendiendo que son naturales, que nos pueden pasar a todos y que aunque nuestra pareja en ese momento se vea agraviada entenderá perfectamente que esas cosas pasan.
Vamos a crear una lista de las situaciones más comunes que, en cuanto a apuros, se pueden presentar o se nos han presentado ya. A medida que las leas las irás recordando y es muy probable que con una sonrisa en los labios. Al fin y al cabo son anécdotas que van de la mano de nuestra trayectoria en este maravilloso mundo del baile.
Experiencias memorables
Los sudores de la muerte
En clase hemos hablado mucho de los famosos sudores. En ocasiones por no prestar atención a las medidas de higiene que debes de tener cuando vas a abrazar (o casi) a otra persona. Realmente las debes de aplicar siempre pero bailando se hacen patentes cuando ves la cara de tu pareja en modo asfixia 😅. Situación que se podría evitar con tu kit de baile.
Recuerda cuando podías asistir a un social. La cosa se volvía más intensa si eres de los/as que baila una canción detrás de otra. Todos transpiramos pero no con la misma intensidad y puede que hayas experimentado ese día en el que ya no querían bailar contigo. ¿Vergüenza? Sí, sobre todo si el chico/a era de los/as que te resultaba especialmente bonico/a y con el/la que por supuesto te gustaría haber repetido. 🤷🏻♀️
También se da el caso contrario. No eres tú el/la que huele a aromas de la tierra y te da mucha vergüenza decirle a la pareja en cuestión lo que está sucediendo. La verdad es que aunque sea un poco, ¡bastante! comprometido se puede agradecer que te lo digan si no eres consciente.
Escotes de infarto
Pero que sensuales y divinas están las chicas con esos escotes, por ejemplo los escotes en V hasta el ombligo que normalmente se llevan sin sujetador. Son las más cotizadas para bailar (lamentablemente para el resto). Bombonazos caminando hacia la pista de la mano de la galante pareja, a cuál más divo/a pero… la salsa necesita de mucho “sabor” (o la bachata de una buena “onda vital”) y tú por supuesto lo tienes.
Recuerdas las palabras que tanto has oído en clase. “¡Vamos chicas, esos hombros, no los veo moverse!”. Te vienes arriba y, como no, el desenlace fatal está asegurado. Mueves los hombros como si de la misma Celia Cruz se tratase y dejas al descubierto todas tus virtudes. Es cierto que lo solucionas muy rápido pero ya te dió el aire más de la cuenta.
Por supuesto pasado poco tiempo lo recordarás con unas risas aunque en su momento fuese muy vergonzoso. Seguro que para la próxima elegirás con más cuidado tu vestuario 😉. Por cierto, nos encanta veros en nuestras clases online igual de guapos que si fueran a un social. Que no decaiga esa actitud ♥
Tacones de mis amores
Si tuviésemos que elegir de entre todos los percances que podemos tener los que se llevan el primer puesto son los pisotones, y es que hay de todos los estilos. Tanto chicos como chicas han sido víctimas y verdugos teniendo encima que poner cara de “tranquilo/a no pasa nada” cuando te estás reventando del dolor.
Y es que los preciosos 9,5 cm de brillantes te procuran una noche inolvidable aunque lo que realmente te avergüenza es pisar a tu pareja sea cual sea. Así que tanto si has sido víctima como si no recuerda cuidar tus pies como se merecen.
K.O. en el segundo asalto
Este es otro de los percances de los que no te librarás. Cierto es que es menos habitual que los pisotones (damos gracias) pero cualquier bailarín/a dará fe de haberse visto sumergido/a en el “ring del social” en más de una ocasión.
Es complicado saber a cuál de los dos en cuestión le produce mayor grado de vergüenza, quizás vayan en un fifty-fifty. Analicemos el por qué. Ambos bailarines quieren dar lo mejor de si, el/la emisor/a hacer un despliegue de figuras aprendidas y el/la receptor/a de su flow y su compenetración al dejarse llevar.
Todo va como la seda hasta que se produce el famoso codazo en la barbilla o en la cabeza. Impactos que van con mucha fuerza porque suelen ocurrir cuando se realizan movimientos rápidos. Al garete el flow, el son y todas las expectativas de un baile de escándalo.
Partiendo de que los dos quieren destacar en su estilo se produce la consiguiente frustración seguida de la preocupación por el alcance del daño o la capacidad de tolerar el dolor y aguantar el tipo en caso de ser el receptor, en este caso, del impacto.
En algunas ocasiones se suspende el baile y en otras se continúa para terminar con la mayor dignidad posible y por supuesto con unas disculpas en mayúsculas. Para tratar de minimizar este tipo de percances que pueden resultar peligrosos te recomendamos las clases de estilo chico y estilo chica en las que podrás perfeccionar el estilo y la dirección.
Figuras autoinducidas
Tema digno de estudio es el piloto automático. Para quien está empezando a bailar resulta un poco confuso porque cree que ha dado las directrices para que se produzcan todas las acrobacias y malabares que ven sus ojos y por lo tanto creerse “el rey o la reina del Mambo”.
Cuando eres consciente de que te estás bailando sola/o te sientes avergonzada/o sobre todo por la cara de circunstancia de tu pareja. Para tu pareja es igualmente incómodo verse en mitad de la pista teniendo que improvisar unos pasos libres porque ha perdido a su pareja momentáneamente.
Como hemos visto hasta ahora ,nada que no se pueda solucionar con un poco de compenetración.
Finalmente lo más recomendable es no perder el humor. Aunque las cosas hayan cambiado y nuestra situación actual nos obligue a adaptarnos recuerda que bailar es disfrutar, es desinhibirse y hacerte cómplice de tu pareja o de la persona que está al otro lado de la pantalla, por unos minutos.
Si hay algo que te permite el bailar es ser tú mismo/a, con tus tropiezos y tus aciertos, como la vida misma.