Hoy queremos invitarte a reflexionar. Vivimos una vida tan convulsa que ella misma nos hace frenar. Nos dice: “¡hey presta atención!” A veces lo hace con suavidad, es como si nos diera un toque para permitirnos redirigir y volver al camino correcto o sencillamente tomar un respiro para continuar fortalecidos. Otras veces lo hace de una forma tan fuerte que nos rompe el alma.
Cuando nos sentimos rotos no queda más remedio que parar, respirar y sanar. Es en ese proceso donde nos encontramos a nosotros mismos y nos planteamos nuestra vida, pasada, presente y futura. Vemos ese tren que va cargado de nuestras vivencias, nuestros recuerdos y de nuestros sueños pero sobre todo de las personas que han dejado huella.
Tú me enseñaste
Todas, absolutamente todas las personas que pasan por nuestra vida dejan una huella, unas que se van desvaneciendo, otras muy profundas. De todas aprendemos, hasta de las que no nos resultan gratas. Casi sin saberlo nos convertimos en lo que vivimos. Aprendemos de la hospitalidad del panadero, de la alegría del carpintero y de la complicidad de nuestra primera pareja de baile. ¿La recuerdas?
La vida tiene otro sabor
Viene cargadita de días dulces y algunos un poco más amargos. Quizás la gracia está en bailarla al son, y así lo hacemos; ¡Le bailamos a la vida!; así, como viene, arrebatadora, fugáz y serena a la vez. Nos ha hecho saborear infinidad de sabores; algunos de los más intensos con las personas que nos acompañaron y acompañan en nuestra gran pasión.
Nuestros profesores, nuestros bailarines, nuestros alumnos. En definitiva nuestra gran familia, esa familia que nos sabe a Agüita de coco, dulce, dulce como nuestros amigos, nuestros padres, hermanos y todos aquellos que son y serán pilares importantes en nuestra vida y de los que siempre tuvimos el apoyo cuando más lo necesitábamos.
Mi alma tiene prisa
Y como dijo el poeta Mario Andrade: “Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora… Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces. Los primeros los comió con agrado pero cuando percibió que quedaban pocos comenzó a saborearlos intensamente”.
Es así como queremos vivir nuestra vida y, si te animas, que la vivas tú también, de la manera más auténtica posible. Haciendo lo que realmente quieres y rodeándote de las personas que te enriquecen y te hacen feliz. A fin de cuentas es lo verdaderamente importante. Cada momento, cada instante que compartimos los guardamos muy dentro y estará ahí para siempre hasta que saboreemos el último caramelo.
Entre flores, fandanguillos y alegría
No hay mejor forma de vivir y recordar que al son de los ritmos y la alegría. Hace poco recordamos nuestros dieciséis años de carrera profesional y mencionamos lo que cada año viene a nuestra mente. Y es que, como no, aquel día pedimos consejo a la que era un referente para nosotros, la que nos daría sabias palabras para emprender el camino.
Para sorpresa de ambos nos dijo que ya era muy tarde y que era muy difícil. Su intención no era mala, en aquel momento creía ayudarnos pero no fue más que un balde de agua fría. Finalmente hicimos lo que mejor sabíamos o para lo que nos habían preparado. Siguiendo el ejemplo de nuestros padres, siempre luchando, siempre juntos.
Así lo hicimos: “fuera tristezas, fuera lágrimas; ¡vamos a intentarlo! Que nadie nos diga hasta dónde podemos llegar”. Que si no creían en nosotros lo íbamos a demostrar. Y con el corazón apretado y siempre cogidos de la mano hemos recorrido una vida maravillosa llena de éxitos, con mucho esfuerzo, eso si. Nadie ha dicho que sea fácil, pero aquí estamos, siempre afrontando nuevos retos y ahora más que nunca, con todas nuestras fuerzas.
En primera fila
Para despedirnos queremos dar las gracias a todas las personas que nos han acompañado durante toda nuestra trayectoria. En cada gala, en cada evento, en cruceros, en charlas de amigos. Sin vosotros no hubiera sido posible. A esas sillas en primera fila, que aunque alguna esté vacía, está más llena que nunca.